Habitualmente, tan solo en torno al 16% del beneficio bruto de un concesionario proviene de las ventas de vehículos, mientras que el 43% se obtiene de repuestos, mano de obra y servicio, mientras que el resto se origina en la financiación, los incentivos y la venta de vehículos usados. Pero un vehículo de combustión interna tiene cien veces más piezas que uno eléctrico y el coste de mantenimiento de los vehículos eléctricos es además mucho más bajo: mientras un vehículo de combustión promedio necesita un cambio de aceite cada seis meses, muchos vehículos eléctricos no requieren mantenimiento significativo hasta más allá de los doscientos mil kilómetros.